Extensión rural
- Dificultades como las que afrontan los arroceros, paperos, horticultores, lecheros, cacaoteros, entre otros productores agropecuarios, exigen que estos se conviertan en autogestores de diferentes procesos, es decir, que sean menos dependientes.
El problema no solo radica en la producción, pues también influyen otros factores, por ejemplo, la presentación de los productos y su comercialización –lo que hace que la mayoría de los medianos y pequeños productores no estén preparados para comercializar sus cosechas–, lo que genera, entre otras cosas, una gran dependencia de los intermediarios.
En el fortalecimiento de tales conocimientos tiene un papel fundamental la extensión rural, asegura el profesor de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional (sede Bogotá), Heliodoro Argüello, quien advierte sobre la falta de asistencia técnica en las zonas rurales.
Un dato que evidencia el vacío que existe en este acompañamiento es el mostrado por el Censo Nacional Agropecuario del año 2014 –el más reciente–, donde se muestra que de las cerca de 2,7 millones de unidades productivas agropecuarias, solamente el 9,6% (259.200) habían recibido lo que en ese momento se conocía como asistencia técnica.
Uno de los factores que explican el bajo porcentaje de dicho servicio está en la forma como se realizaba esta labor hasta el 29 de diciembre del 2017. Para cumplir con lo acordado en el proceso de paz, se expidió la Ley #1876 que crea y pone en funcionamiento el Sistema Nacional de Innovación Agropecuaria (SNIA), se conformó el servicio público de extensión y se definieron otras herramientas orientadas a mejorar la productividad, sostenibilidad y competitividad del sector.
Entre los aspectos en los que la Universidad Nacional de Colombia incidió en la Ley se encuentran el reconocimiento de las universidades como actores de los servicios de extensión agropecuaria –no estaba planteada– y el replanteamiento del concepto de extensión diferente al de asistencia técnica.
En ese sentido, menciona el profesor Argüello que el nuevo concepto establece la extensión como acompañamiento y no como visita, puesto que la asistencia técnica se centraba en transferir de forma lineal y vertical –de arriba a abajo– los conocimientos técnicos a las comunidades rurales.
La extensión rural no se centra en el cultivo o el hato, y no se transfiere conocimiento sino que se construye conjuntamente entre el agricultor y el extensionista para lograr el desarrollo económico y social de las familias agrarias.
Extensionistas graduados
Una vez aprobada la Ley, la Facultad de Ciencias Agrarias diseñó el Diplomado en Extensión Rural que ya completó 6 cohortes, de las que hasta el momento se han graduado 500 extensionistas en todo el país.
El plan de estudios, que combina virtualidad y presencialidad, está centrado en los 5 enfoques que plantea el artículo #25 de la “Ley SNIA”: desarrollo de capacidades tanto humanas como sociales, el cual está relacionado con el fortalecimiento de la asociatividad y que sirven para la promoción del desarrollo empresarial y las redes de productores, incluidas las mujeres y los jóvenes.
El tercer enfoque se basa en el acceso y el aprovechamiento efectivo de la información y las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC); el cuarto en la gestión sostenible de los recursos naturales y el quinto en la mayor participación de los productores agropecuarios en espacios de política pública sectorial.
Fuente: Adaptado de CONtexto ganadero, quien cita como fuente original a: Agencia de Noticias UN
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