Cultivos transgénicos
Las afectaciones constantes que, por condiciones climáticas o plagas presentaban diferentes cultivos se vieron superadas cuando, en la década de los 80, tras investigaciones realizadas por multinacionales norteamericanas -especialmente Monsanto-, se lograron crear mediante modificaciones genéticas, plantas con mayor resistencia, más robustas y de mayor productividad.
La docente e investigadora de la Universidad Central, Laura Afanador, explica que esta clase de plantas, que cuentan con genes resistentes a ataques de plagas son utilizadas especialmente en cultivos como el algodón, la soja y de forma más usual, el maíz.
La docente explicó que prácticamente todo el maíz que es cultivado en el mundo es transgénico por sus características. Destacó que en el caso de colombiano la modificación genética ha permitido la creación de una variedad de café resistente a las plagas, denominada “variedad Colombia”.
Sin embargo, a pesar de los beneficios, las modificaciones genéticas de los cultivos han suscitado, desde su comienzo, un debate sobre si el consumo de esta clase de alimentos puede originar algunos efectos negativos sobre la salud.
Agregó que los reacios a los transgénicos, cuando se empezaron a utilizar esos cultivos en los años 90, los empezaron a llamar alimentos ‘Frankenstein’, lo que realmente, alarma a las personas y se ha planteado dentro de sus argumentos que pueden producir cáncer, alergias, resistencias a los antibióticos, pero que estos cultivos siempre han estado, pues desde que el hombre trabaja la agricultura se han mejorado las especies.
Por ello, para la investigadora consultada por Agronegocios, los supuestos efectos sobre la salud son más mito que realidad, pues no hay ningún estudio que lo compruebe.
Lo malo.
Aunque la utilización de transgénicos para el desarrollo de cultivos, científicamente no produce efectos en la salud, sí los tiene, al menos, en la biodiversidad que debería existir dentro de un cultivo.
Destacó la investigadora que es negativa la pérdida de diversidad de aquellas variedades de plantas o cepas que ofrezcan ciertos beneficios, lo que podría ser problemático puesto que, por ejemplo, ciertas condiciones climáticas varían y cuando existe diversidad genética pueden sobrevivir algunas, a pesar de que se presente una sequía, pero con clones, se pierde esa biodiversidad.
Dentro de los aspectos negativos de utilizar métodos transgénicos, también está la compra constante de las semillas, que ocasiona un costo adicional a los productores.
Recomendaciones.
Recomienda Afanador que en el caso de que un productor desee utilizar esta clase de procesos dentro de sus cultivos, busque la asesoría de entidades como Corpoica o el Instituto Colombiano Agropecuario, pues ellos son los encargados de regular su uso y hacer control biológico en el país.
Aseveró la investigadora que la importación de este tipo semillas de se ha facilitado mucho puesto que en Colombia ya existen empresas dedicadas a su importación.
Estimaciones de la Asociación de Biotecnología Vegetal Agro-Bio, sugieren que en Colombia existen 75.000 hectáreas de maíz transgénico, 28.000 de algodón y 12.000 en otras plantas como rosas azules y claveles.
Fuente: Adaptado de Agronegocios.
Nota patrocinada por: