Cada vez que en Colombia se anuncia la firma de un tratado de libre comercio (TLC) con algún país del mundo, hay un sector que suele salir a flote como el que podría tener un mayor potencial para aprovechar el comercio sin aranceles. Ese sector es el agropecuario, sobre el que está concentrada la expectativa de ver a Colombia convertida en la despensa alimentaria del mundo.
Expertos coinciden en que el país tiene de sobra las condiciones para ello: variedad de climas y disponibilidad de suelos. Pero el constante talón de Aquiles es la ausencia de políticas públicas para que tales condiciones puedan ser aprovechadas.
Informes de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), reiteran que aunque se prevé un lento crecimiento de la demanda mundial de productos agropecuarios, los países en desarrollo cada vez dependerán más de las importaciones agrícolas, lo que abre las oportunidades para países productores como Colombia. Incluso un pronóstico realizado el pasado año por el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (Iica), indica que la producción de alimentos debe incrementarse un 70% para el año 2050.
Lo anterior se refuerza con el hecho de que mientras la Unión Europea y Estados Unidos tienen más de 90% de sus tierras en uso, en América Latina sólo se cultiva una quinta parte de sus suelos potenciales. Se ha afirmado que de la superficie apta para los cultivos, sin explotar, más de la mitad está localizada en 7 países del mundo, entre los cuales se encuentra Colombia.
Las cifras lo confirman: Colombia tiene alrededor de 5 millones de hectáreas sembradas en las que se produjeron al cierre de 2012, un poco más de 26 millones de toneladas, pero el potencial del suelo agrícola es cercano a 22 millones. Es decir, existen unas 17 millones de hectáreas que no son utilizadas.
De acuerdo con estadísticas del Dane, entre enero y septiembre de 2013 las exportaciones de productos alimenticios colombianos, alcanzaron cerca de US$ 3.300 millones, que comparadas con el mismo período de 2012 registra una disminución del 5,4%. Esas ventas externas representan solamente el 7,5% del total nacional.
Por su parte, datos de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC) indican que la superficie cosechada en cultivos de ciclo corto pasó de 1,6 millones de hectáreas en el año 2000 a 1,4 millones de hectáreas en el 2012, lo que significa que han sido dejadas de cultivar 200.000 hectáreas. Contrariamente, los cultivos permanentes crecieron de 2,1 a 2,5 millones de hectáreas. Sólo la palma aumentó en 180.000.
Con este panorama es claro que para volver realidad todo ese potencial agrícola, a Colombia le queda mucho camino por recorrer y la lista de tareas aún pendientes es larga y nada fácil.
Vuelve a surgir un viejo tema que no se ha logrado concretar y es la definición de una agenda interna que permita establecer desde las diferentes regiones productoras y con potencial un modelo agrícola que sea rentable para los cultivadores.
Para Rafael Mejía, Presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia (SAC), lo importante es entender que se debe definir una política agraria de estado que no esté variando con cada gobernante, para saber qué es lo que vamos a producir desde la demanda mundial.
Por su parte, Javier Díaz, Presidente de Analdex, considera que falta una política productiva. Afirma que Colombia posee dos mares, la mayor riqueza acuícola y se importa el pescado de Vietnam y de Argentina porque no disponemos de una política pesquera. Y agrega que eso pasa en el sector de alimentos en general, de manera que si no lo desarrollamos, las oportunidades pasarán por el frente.
Pero esa política tiene temas polémicos y espinosos que no ha resuelto Colombia y que por el contrario cada vez parecen enredarse más. Estos pasan por establecer una ley de tierras y la seguridad jurídica para las inversiones; por asuntos económicos: costos de producción, precios remunerativos y tasas de cambio; por aspectos de infraestructura, como mejores vías para llevar los productos del campo hasta los mercados y la conexión del Pacífico con la altillanura. Y hay que agregarle desarrollos en ciencia y tecnología. Argumenta el presidente de la SAC que la mayor parte de las 21 millones de hectáreas con vocación agrícola que no son explotadas, están ubicadas en sitios donde falta presencia del Estado en temas claves como infraestructura y educación.
Fuente: Agronegocios.
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