Subastas
- Una de las consecuencias de la pandemia de covid-19 ha sido el cambio en los sistemas de comercialización y el auge de la virtualidad.
La Central Ganadera de Medellín no ha sido la excepción y aunque al inicio la pandemia los cogió de improviso e inicialmente tuvieron que suspender los eventos durante un mes, luego se acomodaron a las nuevas circunstancias.
Según Diego Montoya, luego que vieron una nueva realidad volvieron a hacer las subastas pero de forma virtual, mediante videos de los ganados que se ofrecían.
Se tenían dos opciones, una era con los animales grabados por los mismos productores en sus predios y los videos remitidos a la feria, pero esa alternativa no gustó porque en muchas ocasiones no se ajustaban a la realidad y se presentaban frecuentes reclamos.
A veces los bovinos no quedaban bien enfocados y en muchos lugares no se disponía de básculas, entonces se comercializaban con pesos aproximados y eso no era lo que se quería.
Entonces se decidió que los animales a subastar llegaran al recinto ferial, donde son grabados por personal preparado para eso y con buenos equipos. Además se idearon, unas marcas en los tubos para que se pudiera apreciar bien la alzada. Con ello se buscaba brindar la mayor precisión posible en lo que se estaba ofreciendo. El modelo funcionó adecuadamente y no se presentaron más reclamos.
Inicialmente las ofertas se realizaban mediante líneas de whatsapp. Se grababan los videos y se enviaban a través de youtube y así comenzaba la subasta. Sin embargo, se tuvieron dificultades de conectividad porque hay clientes que están en sitios donde la señal no es buena y a pesar de hacer una oferta, cuando esta llegaba, el lote ya había sido adjudicado.
Trabajaron en el desarrollo de un software y finalmente adquirieron uno que tenía la competencia que fue diseñado para trabajo virtual, aunque optaron por un modelo semipresencial. Ellos tienen una capacidad de 400 personas, pero con las normas de bioseguridad se pueden reunir máximo 80 personas.
De esta forma empezaron subastas con clientes virtuales y presenciales, constituyendo un reto para el software, pues al principio fue algo complejo para ofrecer la misma oportunidad a los dos grupos para ofertar pero en la actualidad eso se puede garantizar. Además, se superaron los problemas de conectividad.
Además, el martillo sabe manejar muy bien los tiempos y cuando hay una paleta virtual pujando le da tiempo y está atento a que se oferte. Cuando observa que no hay más pujas, adjudica.
Los proveedores del ganado lo lleven a la feria donde los reciben, pesan, clasifican y graban. Se dispone de un médico veterinario que todo el tiempo está pendiente de los animales. Deben ser lotes de mínimo 3 animales por temas de tiempo puesto que grabar y editar requiere de varias horas.
Para las guías de movilización no hay problema porque en la feria se tiene una oficina del ICA para que el comprador pueda realizar el trámite correspondiente para el traslado de los animales.
La virtualidad en las subastas llegó para quedarse, aunque Montoya considera que el modelo semipresencial también se va a imponer porque gran parte de los comercializadores prefieren ver los animales en vivo y otros que por sus propias circunstancias no pueden asistir pero desean comprar ciertos ganados.
Fuente: Adaptado de CONtexto ganadero.
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