Renovación de praderas

Foto: agrosavia.co
- La renovación de praderas ganaderas es un proceso que requiere del análisis de diferentes aspectos como la planificación y las condiciones del terreno.
Para la implementación de un sistema de renovación de praderas, se deben tener en cuenta algunos aspectos.
Para caracterizar el suelo de la finca, es importante observarlo y evaluarlo, para determinar las prácticas de manejo agronómico requeridas para optimizar el rendimiento del suelo.
De acuerdo con el manual de Agrosavia denominado “Criterios para la renovación de praderas en sistemas ganaderos de lechería especializada del trópico alto”, se tienen algunos pasos que se deben seguir en la renovación de praderas a saber:
Identificación de los puntos contrastantes, observando la pendiente del terreno (porcentaje de inclinación):
Asegura la corporación que en cada punto contrastante de un lote, se elabora una cajuela, evitando caminos por donde transitan los animales y sus bordes.
La pendiente del terreno, que se mide en porcentaje de inclinación, tiene impacto directo en la erosión, la capacidad de retención de nutrientes y la distribución del agua.
Observar el tamaño y la cantidad de las piedras en la superficie y el perfil del suelo:
Las piedras grandes pueden interferir en las labores de preparación del terreno y de siembra, mientras que una gran cantidad de piedras en el perfil del suelo puede limitar el desarrollo radicular de las plantas forrajeras.
El análisis también permite establecer si se hace necesario efectuar labores de limpieza o de adaptación del terreno para optimizar el desarrollo de las especies seleccionadas.
Identificar las especies vegetales naturalizadas en la finca:
Estas especies suelen ser indicadoras del pH del suelo, de la fertilidad del terreno y la disponibilidad de agua.
Además, el conocimiento de las especies presentes puede contribuir a decidir cuáles se deben eliminar, mantener o complementar con otras variedades forrajeras.
Definición del uso actual del suelo:
De acuerdo con Agrosavia, esto incluye identificar si el terreno es utilizado para pastoreo directo, producción de heno o de ensilaje.
Cada uso tiene requerimientos particulares en cuanto a la elección de especies forrajeras, la densidad de siembra y las prácticas de manejo.
Dicho análisis permite programar la rotación de los cultivos o el descanso requerido para garantizar la adecuada recuperación del terreno.
Identificar las áreas donde se tiene un crecimiento diferenciado del cultivo forrajero:
Estas áreas pueden indicar algunos problemas específicos como la compactación del suelo, deficiencias nutricionales, la acumulación de agua o la presencia de plagas y enfermedades. Una vez identificadas, se pueden adoptar soluciones específicas como la aireación del suelo, la aplicación de correctivos o la introducción de variedades resistentes.
Finalmente, Agrosavia afirma que luego de hacer la evaluación en campo, se realiza un muestreo del suelo de forma aleatoria, para enviarlo al laboratorio de suelos con el fin de conocer sus características químicas, físicas y biológicas.
Fuente: Adaptado de CONtexto ganadero.
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