Estrés bovino.
Foto: inta.gob.ar
- El estrés es una respuesta del organismo ante alguna situación amenazante o adversa. En los bovinos, esa reacción se desencadena principalmente por la acción del ser humano. En general se han identificado 4 clases: calórico, nutricional, hídrico y de manejo.
De acuerdo con los autores mexicanos Córdova-Izquierdo, el estrés bovino ocurre por el confinamiento de los animales para incrementar la producción. Contrariamente, se ha concluido en los últimos años que el estrés es uno de los factores medioambientales que tiene mayor incidencia negativa en el rendimiento de los animales de granja.
Así como el hombre juega un papel fundamental en la aparición del estrés, también puede proporcionar los elementos para eliminar o modificar cualquier elemento que lo genere.
Estrés calórico.
Este es uno de los más importantes aspectos en los hatos colombianos. Se produce como resultado de la radiación solar, la temperatura del aire, la velocidad del viento y la humedad del ambiente, que en su conjunto afectan la productividad de los animales.
Incide especialmente en la intensidad del estro, pues las vacas no pueden entrar en celo, o en la cantidad de leche que ofrecen. Asimismo, produce ausencia de líbido y calidad seminal en los machos. Con el tiempo, puede tener un impacto sobre la fertilidad y la salud.
Para combatirlo, existen diferentes alternativas, como proporcionar ambientes adecuados con suficiente agua y sombra, mejorar la alimentación y utilizar razas menos sensibles.
Estrés hídrico.
El exceso de humedad en los inviernos puede causar malestar a los bovinos, pues se llenan de barro los terrenos, dificultando la movilización y reduciendo la oferta de forrajes.
Adicionalmente, los animales sienten incomodidad, pues no se pueden echar o sentarse, o les da frío por las temperaturas bajas. A esto se agrega una mayor presencia de parásitos que pueden generar enfermedades podales.
En esencia, deben procurarse ambientes secos y vigilar la alimentación de los bovinos, haciendo una revisión constante de sus extremidades para evitar cualquier infección.
Estrés nutricional.
La falta de comida puede tener un efecto grave en el organismo y la fisiología del animal. Sin embargo, no se trata solamente de suministrar alimento en grandes cantidades, sino de proveer los nutrientes necesarios para que el bovino funcione correctamente.
Este estrés puede coincidir con los 2 anteriores, cuando las condiciones ambientales limitan la producción de forrajes y los animales empiezan a sentir malestar por no poder encontrar la comida.
Estrés en transporte y manejo.
Sin duda, la relación entre los humanos y los animales influye en su comportamiento y productividad. Es conocido que a la hora del ordeño una vaca se acostumbra a determinado trabajador, o que responde mejor al trato de alguna persona. Por el contrario, tratos bruscos picadas eléctricas o incluso gritos, pueden ocasionar debilitamiento.
El médico veterinario y zootecnista especialista en amanse de bovinos, Nicolás Benedetti Pineda, considera que es necesario el adiestramiento de los bovinos, con el que se acostumbran a la presencia de humanos. Además, cuando se amansan, puede lograrse una mejor producción.
Según indicó, en animales mansos la producción de leche es mayor entre un 20% y un 25%, tanto en calidad como en cantidad. Esto porque la res está equilibrada pues no se encuentra con ningún tipo de estrés.
El transporte también es un factor estresante, algo que los ganaderos de ceba conocen muy bien, pues sus bovinos pierden peso en la medida en que pasan más tiempo en los camiones. Por este motivo, se debe procurar un ambiente tranquilo y cómodo mientras se movilizan.
Fuente: Adaptado de CONtexto Ganadero.
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