Metano
- Desde hace más de 2 décadas, investigadores de la Universidad Nacional de Colombia han trabajado en la optimización de la producción de leche y carne en entornos sostenibles.
En 1988, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) creó el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) con el propósito de estudiar el cambio climático, sus efectos y riesgos, y ofrecer recomendaciones con relación a políticas y estrategias de adaptación y mitigación, teniendo en cuenta que los mayores efectos del cambio climático serán en Asia, África, América Latina y el Caribe.
En el año 2015 sus Estados miembros suscribieron el “Acuerdo de París”, cuyo objetivo es evitar el incremento de la temperatura media global por encima de dos grados centígrados con relación a los niveles preindustriales. Más adelante, los países adscritos a la ONU promovieron que el IPCC analizara el sistema climático de la Tierra, y el resultado fue el informe “El cambio climático y la Tierra”, el cual se difundió en la prensa con titulares orientados a la idea de que consumir menos carne salvaría el planeta, lo que refleja un sesgo adverso con relación a la industria ganadera.
El reporte enuncia y analiza medidas para adaptar los sistemas productivos de alimentos al cambio climático y examina los potenciales impactos en la sostenibilidad de la Tierra, considerando para ello el crecimiento de la población mundial que se estima que pasará de 9.700 millones en el 2050 a 11.000 millones en el 2100). Así mismo, afirma que el cambio climático tendrá un impacto en la seguridad alimentaria puesto que los cultivos tendrían menores rendimientos y los alimentos serían más costosos y de menor calidad.
Otro informe, de la Comisión EAT-Lancet sobre alimentos, planeta y salud, sugiere que modificar los hábitos de alimentación hacia una dieta con menos consumo de carne roja y un incremento en los de proteínas vegetales, conduciría hacia un modo de alimentación más saludable y ambientalmente sostenible.
Ganado y cambio climático.
Entre los años 2007 y 2016 la ganadería, la agricultura y la forestería fueron los responsables de la generación del 23% del dióxido de carbono emitido por las actividades humanas. La actividad ganadera aporta cerca del 50% de estos.
Para el caso colombiano, en el año 2014, de las 258,8 megatoneladas de dióxido de carbono generadas, los sectores con mayor contribución fueron el forestal con 35% y el agropecuario con 26 %. De ese porcentaje, el aporte de gei por deforestación fue cerca del 35,2%, seguido del 27, 6% por fermentación entérica.
Es importante anotar que los animales rumiantes producen metano durante el proceso de fermentación de los alimentos en el rumen, el cual expulsan por la boca (90%), la respiración (9%) y el ano (1%). Así mismo, cuando se alimentan con dietas que contienen proteínas, solamente utilizan entre el 10 y el 25% de lo consumido y el resto es excretado en las heces y la orina; esta última también es un contaminante importante, pues contiene altos niveles de nitrógeno en forma de urea y creatinina, los que a su vez, en el proceso de degradación en el suelo, liberan nitrógeno y óxido nitroso o nitratos y nitritos (que se lixivian y filtran en el suelo). Otra fuente de la emisión de óxido nitroso es la fertilización nitrogenada de cultivos y pasturas.
Con relación a la carne, indica el reporte del IPCC que esta debe producirse en sistemas resilientes, sostenibles y con bajas emisiones de GEI. Asimismo, sugiere el empleo de proteínas de origen vegetal en las dietas para novillos y privilegia los sistemas de pastoreo libre, es decir, en los que las reses se alimentan solamente de pasto, sin cargas hormonales, preservativos, antibióticos o químicos sintéticos.
Estos pueden contener raciones de algas o plantas forrajeras (alfalfa o pastos) que, por ejemplo, tengan inhibidores de formación de metano entérico; además deben establecerse árboles en el sistema pastoril.
Investigaciones realizadas en la última década indican que es posible producir leche o carne en entornos sostenibles, con balances neutros de carbono, es decir donde las emisiones de GEI son iguales a las capturas de carbono en la biomasa aérea y el suelo.
Nuevos pastos y aplicativos.
Investigaciones realizadas en la Universidad Nacional han contribuido a la reducción de las emisiones de GEI y a la adaptación de los sistemas de producción a la variabilidad climática. Para el primer caso, se ha demostrado que cosechar las pasturas en edades más tempranas, utilizar leguminosas taníferas e incluir aceites vegetales en las dietas de los rumiantes reduce la producción de metano.
Así mismo, han comprobado que los sistemas basados en pasturas con menores usos de insumos externos (fertilizantes, concentrados y otros) reducen la huella de carbono de la leche, y si se adicionan leguminosas en las pasturas se disminuyen las emisiones de óxido nitroso. También que incorporar árboles en sistemas pastoriles permite capturar mayores cantidades de carbono y mejorar su balance.
En relación con la adaptación, la Universidad Nacional ha propuesto alternativas para la alimentación del ganado con el fin de optimizar la producción en épocas de sequías prolongadas. Para ello, se ha implementado el empleo directo o en ensilaje de avenas de ciclos vegetativos tempranos, medios y tardíos para cosecha (de 90 a 180 días) en establecimientos de medianos y pequeños productores de leche.
De igual manera, con el propósito de adaptar sistemas bovinos a encharcamientos prolongados, se ha identificado una leguminosa adaptada a estas condiciones para las zonas altas andinas colombianas. Se trata del trébol gigante (o pata de pájaro), que no requiere de fertilización nitrogenada durante el año y aumenta los niveles de omega 3 y 6 en la leche.
Conjuntamente con Agrosavia fueron desarrollados los softwares “Sistema de Alertas Agroclimáticas Tempranas” (SAAT) y el “Sistema de Toma de Decisión para la Selección de Especies Forrajeras” (STDF) como un aporte para los ganaderos del país. El SAAT le permite al ganadero de bovinos de lechería especializada conocer la variabilidad del clima y sus efectos sobre la oferta de pasto, y plantea alternativas de alimentación para la región. Por su parte, el STDF, a partir de variables de características del suelo y la altitud del predio, ofrece opciones de pastos y árboles para sombra.
Por último, en colaboración con entidades como el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) y Agrosavia, se han refinado los cálculos de las emisiones de GEI de sistemas ganaderos en pasturas de clima cálido, desarrollando un sistema para la evaluación de gei en ecosistemas ganaderos y un modelo espacial dinámico que permite predecir los cambios que sucederán en la oferta ambiental en razón a las variaciones en las concentraciones de GEI atmosféricos.
Fuente: Adaptado de CONtexto ganadero, quien cita como fuente original a UN Periódico Digital
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