Salud oral equina
El problema principal que presentan los equinos en la cavidad bucal está relacionado con los dientes. Hay tres marcadas diferencias de las dentaduras de los humanos y los caballos: En los equinos, los dientes “crecen durante toda la vida”; con el tiempo, la dentadura se va saliendo del hueso que la soporta y los dientes se pueden ir cayendo poco a poco.
En su hábitat natural, los equinos requieren de sus dientes incisivos para obtener el alimento, deben arrancar con fuerza el pasto que luego lo pasan hacia las piezas posteriores para triturarlo.
Los caballos comen en promedio durante 14 horas al día, cuando viven libres. Sus dientes se desgastan de forma natural con la tierra del suelo, la arena y sustancias como los silicatos que contienen los pastos. Ese desgaste le sirve al caballo para mantener cortos sus dientes incisivos y permite mantener los contactos de los molares y premolares para triturar la comida de una manera adecuada.
Cuando son sacados de su hábitat natural y llevados a vivir en pesebreras, los caballos no utilizan los dientes incisivos para conseguir su comida porque todo se le suministra en pequeñas partículas: El heno solamente lo hala para consumirlo, el pasto verde está cortado en pequeños trozos y el alimento concentrado es fácil de masticar. En conclusión, los dientes se alargan, especialmente los incisivos y por ello, son pobres los contactos de las piezas posteriores, comprometiendo el tamaño de las partículas de alimento que por una mala trituración serán grandes.
Las partículas grandes de alimento, consecuencia de una mala trituración de los molares y premolares son más difíciles de digerirse y por ende es menor la absorción de los nutrientes. Otra consecuencia de estas partículas de comida grandes es que puede contribuir a riegos de cólicos digestivos, que es la primera causa de mortalidad en los equinos cuando no se detectan y se tratan a tiempo por un médico veterinario.
Cuando los caballos mastican los alimentos; primero mueven la mandíbula hacia uno de los lados y todas las piezas dentales posteriores de ese lado se tocan de adelante hacia atrás, mientras que las del lado opuesto no lo hacen quedando “en el aire”. Lo mismo sucede cuando mueven la mandíbula hacia el lado contrario.
Esa especial manera de masticar de los caballos, sumada a que la mandíbula es más estrecha que el maxilar superior y “el continuo crecimiento” de su dentadura hacen que se le formen puntas muy filudas en las piezas dentales posteriores. Esas puntas les cortan los “cachetes” o carrillos y la lengua con los movimientos de la masticación. En consecuencia, esas puntas no dejan que coman bien porque se produce dolor.
Cuando “crecen” los dientes se ven largos y los músculos masticatorios se estiran y se fatigan rápidamente. También en ellos se presenta dolor.
La principal forma de prevenir estos problemas es tratar que los equinos pastoreen. El pastoreo además de mantener los dientes cortos por su desgaste natural y permitir una mejor masticación, ayuda al desarrollo muscular y esquelético del caballo, lo desestresa y permite la absorción de la vitamina D.
Si no puede tenérsele suelto, es necesario realizar un mantenimiento dental profesional, consistente en que, bajo sedación y con el caballo de pie, hacer una reducción de los dientes largos, cortar las puntas de las piezas posteriores para que el caballo se sienta sin dolor y pueda comer tranquilo, trabajar más cómodo y aprovechar al máximo los nutrientes.
Fuente: Adaptado de Agronegocios de La República. Autor: Miguel Echavarría.
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