La utilización de abonos orgánicos significa un retorno a los métodos empleados por el hombre desde los inicios de la actividad agropecuaria, que a su vez surgieron de la observación de la naturaleza, la cual recicla permanentemente la materia orgánica creando una inagotable fuente de renovación de la vida. Lo más antiguo es entonces, hoy en día, lo más moderno.
En general, este tipo de abonos son de liberación lenta, de tal manera que aportan la cantidad de nutrientes que van a necesitar las plantas en cada momento durante un tiempo prolongado. En su mayoría, son abonos complejos que no suelen generar dificultades por carencias nutricionales. Aportan diversos elementos, como hormonas, vitaminas o sustancias con propiedades antibióticas.
Mezclados con la tierra mejoran su estructura. Contribuyen a la aglutinación de los suelos arenosos optimizando la retención de agua y de los nutrientes, al tiempo que airean y disgregan los suelos arcillosos. Si se producen en casa generan un ahorro económico, al reciclar materiales de desecho sobrantes. Los abonos orgánicos favorecen la actividad microbiana del suelo y contribuyen a la recuperación de terrenos deteriorados por el uso repetido de abonos químicos. En definitiva, ayudan a generar unos suelos más saos y equilibrados.
Los abonos orgánicos de mayor utilización son:
Turba: No es propiamente un abono orgánico. Son restos de vegetales que han sido sometidos a una descomposición lenta en condiciones de humedad alta y baja cantidad de oxígeno. Mejora notablemente la estructura del suelo. Se mezcla con el sustrato para agregarle mayor esponjosidad absorción hídrica. Hay principalmente dos tipos de turba: La rubia y la negra. La rubia es de un pH muy ácido, por lo que no es adecuada para todos los cultivos. La turba negra es más cercana a los valores neutros, pero su capacidad de absorción de agua es menor, sobre todo una vez desecada.
Compost: Es el producto obtenido de la descomposición controlada de los restos orgánicos, especialmente los de origen vegetal. De algún modo imita el proceso que se realiza en la naturaleza de manera natural cuando la hojarasca se transforma en humus, esa capa de tierra oscura que se encuentra en la parte superficial del suelo. El compost en un abono biológico muy bueno, que recupera el ecosistema microbiano del suelo, mejorando su estructura. Pero, sobre todo, es de fácil producción y además, si se hace en casa, puede salir gratis.
Estiércol: Era (y continúa siendo en muchas zonas) el abono de mayor utilización hasta la llegada de los agroquímicos. Lo conforman las heces fermentadas de los animales. Presenta altos contenidos de nitrógeno, aunque sus propiedades varían sustancialmente de acuerdo con el animal del que provengan y de los alimentos que consuma.
Humus de lombriz: Compostaje que se lleva a cabo por el proceso digestivo de las lombrices. Es un humus limpio, suave al tacto e inodoro, cuyas propiedades incluso se consideran mejores que las del compost doméstico. Se esparce por encima del sustrato removido del suelo. En los centros agropecuarios se encuentra ya elaborado, incluso en forma líquida.
Abono verde: Consiste en cultivar plantas que luego se voltearán y se incorporarán al suelo a manera de abono. Especialmente se utilizan leguminosas (trébol, alfalfa, guisante forrajero), porque pueden fijar el nitrógeno del aire que luego devuelven al suelo cuando son enterradas. También se utiliza la consuelda (Symphytum officinale). Es recomendado especialmente para proteger el suelo de la erosión y para recuperar aquellos terrenos que han perdido su equilibrio biológico por el uso repetido de fertilizantes químicos.
Guano: Lo generan las deyecciones de las aves de mar, cuya dieta conformada por pescado, hace del guano un fertilizante potente con altos niveles de fósforo y nitrógeno. También es posible conseguir guano de murciélagos. En la jardinería doméstica aparece como un ingrediente principal de los fertilizantes líquidos, que se diluyen en el agua de riego, abonos granulados y varitas fertilizantes.
Harinas de hueso: Son muy útiles por su alto contenido en fósforo, por lo que se recomiendan para la estimulación de la floración de las plantas. Las harinas de hueso contienen un alto contenido en cal, lo que puede producir alteraciones del pH del sustrato y dificultar la absorción de algunos nutrientes; así mismo, pueden ayudar a corregir un pH demasiado ácido. También se producen abonos con astas y pezuñas, los cuales presentan un contenido alto de nitrógeno y son de ciclo largo, por lo que son recomendados como abono de fondo.
Cenizas: Siempre deberán ser cenizas obtenidas de materia orgánica. Contienen elevados niveles de potasio, magnesio o calcio, y sin embargo carecen de nitrógeno. Son apropiadas para corregir la acidez excesiva del suelo debido a un pH muy alcalino.
Fuente: Ecoagricultor.
Nota patrocinada por: